Sábado 9 de julio: 232 km., 4400 m. de desnivel acumulado, a 26 k/h., 9h pasadas de pedaleo (datos aportados por Javier Navarro).A las 6h 15, puntualmente, estábamos todos bajo casaldiego. ¿Todos? Todos excepto un ex-melenudo gafotas que vivía a escasos seis metros del punto de salida. Los nervios y el entusisasmo (y un cierto temor) dominaban a un grupo formado por (cito por orden de clase a menos clase): Adrià, Navarro, Josep (gran equipo SALCHICHA), Gavilán, Bernat (Super-Ceniceros), Jiménez, Isma (Scott brite, no se puede estar sin él), Paco, Jordi, Josep Maria, Karpas y Salamero. Y finalmente apareció Diego (quien por lo visto tuvo que dirimir a ultimísima hora un ajuste de cuentas con la taza de su wáter, para variar). Ya estábamos los trece.
Salida hacia Sabadell y rumbo hacia el norte. Ya de salida se aprecia cierto ánimo juguetón en Salamero. ¿Quieres guerra? Pues la tendrás. La grupeta, comandada por el veterano Paco, decide amansar a la bestia a base de que cada uno de nosotros se ofrezca a enseñarle la rueda a Salamero durante unos minutos. Lanzamos por delante a Barrilete. Salamerator le hace pedazos. Mandamos a Diego con idéntico resultado. Paco, ve tú, que a mí me da la risa. Y Paco que va para allá. Tercera víctima. Hay que cambiar de táctica o no llegamos a Artés. Decidimos distraerle a base de darle conversación. Aquí va a tener que ser Caballo quien le ponga el cascabel al gato. Y el trayecto se hace plácido hasta Calders, donde Barrilete se marca un sprint electrizante, y Puig-Reig, donde Adrià consigue darle a Salamero el primer amarraco en pleno costado, ganándole el sprint del desayuno. Bueno, en realidad me faltó medio tubular; pero ¿qué es medio tubular si comparamos con la inmensidad de la galaxia?
En el desayuno frugal se nos une Óscar, cuya compañía va a resultar inestimable durante las cincuenta horas siguientes. Muchísimas gracias por tu generosidad, Óscar. Tras reparar la potencia-cenicero de Gavilán, ponemos rumbo a Casserres. La chicharra empieza a cantar de lo lindo. Camino de Berga, un viejín al volante está a punto de mandarnos por los sembraos. Serpenteamos sin más incidencias las sinuosas carreteras locales que nos conducen hasta el fatídico polígono industrial en el que el desafío empieza a ponerse serio. La grupeta se desparrama y, cada cual a su aire, alcanzamos el túnel en el que Óscar nos avitualla por primera vez. Rápido descenso hacia la Llossa del Cavall y llegada a Sant Llorenç de Morunys tras coronar una suerte de repechos en los que Karpas emula a Dieguito levantando los brazos a cada rato. Y bien que lo iba a pagar.
Acometemos el ascenso a la Coma y el Coll de Port por grupos: por delante se destacan Salamero, Diego, Isma, Karpas, Jiménez y Bernat. En segunda viajamos Navarro, Paco, Josep y yo. Ligeramente rezagados se han cortado en los llanos Gavilán, Jordi y Josep Maria. Y van trece. En el cuarteto donde viajo discutimos durante varios kilómetros si debemos esperar a los de detrás o seguir a nuestro paso. Decidimos esperar (nótese que en ningún momento se discutió la posibilidad de pillar a los de delante). El terceto llega en menos que canta un gallo. "A buenas horas. Ahora ya no hacéis ninguna falta", nos espeta Gavilán, arriesgándose a que le demarremos al instante. Pero los cuatro que hemos esperado pacientemente somos caballeros, y la verdad, no estamos para demarrar a estas alturas de la jornada. El coll de Port es un puerto más bien solitario que ofrece magníficas vistas a los ojos de los esforzados globeros. Es hermoso pero pindio. Sus cuestas van desgranando nuevamente el grupo de siete, que vuelve a disgregarse buscando cada uno acomodar su paso a las exigencias del terreno. Yo camino largo rato con Josep en buena conversación (en la que fundamentalmente él habla y yo escucho; al principio, luego ya ni eso). Por el camino encontramos a Karpas, que viene trazando curvas donde no las hay. El pobre asciende atufado, atufado. Tras coronar, rápido descenso hacia Tuixent en busca del descanso, amén de una reparadora comida en la fonda del pueblo. Momentos antes, nuestro abogado nos deleitó en el bar con un inimitable e indescriptible aunque eléctrico bailoteo, y Karpas nos dio el susto de la jornada: el hombre llevaba tal merluza a cuestas que pasó de largo hasta que llegó a tierras extrañas en las que los lugareños hablaban lenguas desconocidas y habitaban en casas circulares hechas de hielo ... y entonces se dio la vuelta.
Tras deglutir toda suerte de embuchados, botillos y escabeches, nos ponemos otra vez manos a la obra. El coll de la Traba no es un puerto excesivamente duro; pero entre el lorenzo que cae a esas horas y la reciente comilona se hizo difícil su digestión. Las dificultades avivaron el ingenio de los Salchichas, que distrajeron por detrás a medio grupete, y remataron con Navarro la faena por delante. Por su parte Karpas fue recuperando las constantes vitales, después de haber pasado las de caín durante un buen rato. Descenso bacheado hacia la Seo, últimas avituallas y rumbo hacia el paso fronterizo a la voz de "subid un piñón" y "¡que sean dos!". Cada cual retenía las últimas fuerzas para afrontar la traca final.
Y llegó la Rabassa, que más propiamente debiera llamarse La Rabassa y la madre que la parió. Rampas al 15% para dar y recibir con más de 110 kms en cada pata. Por mi parte realicé buena parte de la subida marcando a Gavilán, al tiempo que lanzaba a mis gregarios por delante para evitar mayores. Entre ambos se entabló una tensa conversación en la que yo respondía a todo lo que Alberto me decía con gemidos guturales. Cuando alcé los ojos de la cruceta del manillar, dispuesto a preguntarle no sé qué, ya el muy cobarde había tomado en un trote las de Villadiego. Confieso que las pasé en el puerto más canutas que el que tragó el paraguas, y que solo pudieron consolarme un tanto los rostros desencajados que vi en la mayoría de los que descansaban desparramados sobre las sillas de la terracita del hotel. Por la noche, cada oveja a su redil y más gemidos guturales, tras los cuales cada uno trató de conciliar el sueño reponedor que le permitiera completar sin sobresaltos el viaje de regreso.
Domingo 10 de julio: 198 km., 2125 m. de desnivel acumulado, a 28,2 k/h., 7h de pedaleo (datos aportados por Javier Navarro).Caras serias en el desayuno por la mañana. Sobretodo las de Diego e Isma, que hubieran vendido su alma al diablo por poder unirse al grupo en el retorno. A las ocho y media desfilábamos hacia la Seo, y poco después nos despedíamos de Barri y Gavi, que ponían rumbo a la Molina. El resto nos poníamos en manos de Bernat, Navarro y Salamero, que nos llevaron a relevos hasta la base del puerto de la Serra Seca. Subida plácida a un puerto más bonito que duro, aunque los 19 kms de longitud y la sucesión de tramos por encima del 10% fueron haciendo mella en nuestras ya de por sí debilitadas piernas.
En el descenso tuvimos que negociar tres repechas que quitaban el hipo bajo un calor ya asfixiante. Poco después de las doce estábamos sentados a la mesa en Solsona, dispuestos a dar cuenta de un menú menos sofisticado que el de Tuixent, pero también más apropiado para la ocasión. Allí dejaron el grupo Jordi, que no quiso perjudicarlo en cuanto vio que las fuerzas le habían abandonado; y Salamero, a quien no le convenía completar la jornada y ya pensaba en sus dos citas más importantes de lo que queda de temporada: campeonato Nacional y Mundial. Así que el grupo se redujo a siete magníficos que colaboraron a relevos cortos tratando de liberar un tanto a Navarro y Bernat, que hasta entonces habían llevado el mayor peso del trabajo junto con Salamero. El fuerte viento y el calor hicieron un tanto heroica la llegada a Manresa y el ascenso hasta la Bauma. A la entrada de Tarrassa unos pusimos rumbo hacia Sant Cugat y otros hacia Barcelona; así que el grupo se dividió, no sin antes encajar fuertemente las manos agradeciéndose de manera recíproca el esfuerzo prestado. Caras de enorme satisfacción al ver prácticamente coronada una empresa de cuya realización más de uno dudábamos unas horas antes.
En cada uno, espero, queda el deseo de repetir el próximo año algo parecido; y a ser posible, que los que acudieron este año no nos falten el próximo. Y si alguno más se añade, bienvenido sea ...
Salud a todos.