Ayer noche se celebraba una nueva congregación gastronómicogoblera en el bar Juan. Don Bernardo nos atendió con todas las atenciones que merece un nutrido grupo de campeones, recientemente venido a menos por las obligaciones que parte de los miembros del gupo habéis contraído con la selección nacional de parchís y el club Racing Doble Pito de Montflorit.
A la cena asistimos (por estricto orden de palmarés): Pipo, Toni, Diego, Colibríkarpas, Pedrín, Paco Mengual, Jimix Trillizos, Potrillo y Caballo Loco (pertrechado tras sus gafs Yety), Barrilete Esponja, el Almirante, Jesús (que se encargó de multiplicar los panes y convertir el vino en orujo), el Gran Gavilán, Alberto Huertas (que como todos sabéis cuenta en su haber con dos Huertas a España), Super Navarro y Salamero (todavía a estas alturas sin palmarés). Si me dejo alguno no es a mala hostia (que lo diga y modifico crónica).
Esta mañana, nueva salida de btt extremeño duro. Agradezco nuevamente a la tropa que marcase ruta pistera. Esta vez empleé una artimaña infalibe: me presenté al pi del xandri ese sin casco, simulando que se me había olvidado. De manera que ni se les ocurrió meterme en berenjenales con raíces y piedras como escarpas. Pipo en una trialera sin boina es sinónimo de visita a urgencias con la sandía manguzada. Y nadie quería cargar con semejente responsabilidad. Y para más inri, cuando iniciamos descenso de kilométrica, Salamero me ofrece generoso su casco, y apenas unos metros después nos encontramos a dos panzas que subían y uno le espeta: "mira este, como los buenos"; y ya llegando abajo, nos cruzamos con un matrimonio explorando la zona en busca de las últimas setas de la temporada, y va y le suelta al Salamero la buena mujer: "tú sense gorru prendràs mal". Ya sin la compañía de Barrilete y Diego, que huyeron en pos de sus respectivas obligaciones familiares, Pipo, Salamero, Navarro y Colibríkarpas, dimos cuenta de un buen desayuno en la floresta en buena y amigable conversación.
PD: a última hora la redacción tuvo constancia de una noticia escalofriante que lamentablemente confirma la ya irremediable deriva del grupo: el pasado martes Barrilete acudió al gimnasio a una clase de spinning tras marcarse unos largos con su legendario tanga amarillo. Por lo visto el monitor era un moñarras depilado al laser que marcaba provocador unas ingles brasileñas que te cagas. El susodicho bujarra, provablemente hipnotizado por la tanga de nuestro ínclito Bob Esponja, de vez en cuando se acercaba a olfatearlo y a propinarle unas palmadas de ánimo en sus turgentes nalgas (estratégicamente separadas por un invisible hilo amarillo que se intuía apretado entre sus nalgas en pompa). Triste final para quien no hace tanto tiempo fuese uno de nuestros más apreciados valores en alza.