domingo, 26 de diciembre de 2010

DESAYUNO DE MAÑANABUENA

DESAYUNO DE MAÑANABUENA

Un año más la hermandad globera cumplió con la tradición y se reunió en el Cuenca a celebrar el penúltimo desayuno del año. Por la mañana unos se reunieron en las flores, otros subieron desde Sant Cugat, y otros aparcaron los coches en font groga para acercar a la cantera. Las distintas romerías se juntaron en fuentelporrón hallando con sorpresa un raquítico y semi vacío porrón. En fin, la crisis. Tras el frustrado intento de inmortalizar la escena (Caballo baja las trialeras que se las pela; pero tirando fotos es catastrófico), siguió la procesión. Nuevo reagrupamiento en la colina Heineken, donde el tradicional barril fue substituido por unas miserables latas compradas para la ocasión. En fin, la crisis nuevamente. Descenso y almuerzo por todo lo alto. En el Cuenca el único que pareció notar la crisis fue Diego: ni vino, ni menú ciclista, ni puro, ni cava, ni turrón. Total, pa no andar un pimiento.  El resto, el tipico plato ciclista.












En el bar, Adrià demostró grandes dotes logísticas, consiguiendo recolocar a toda la globerada en disposición más familiar, a pesar de la oposición de todos, excepción hecha de Alberto (Adrià organiza mesas que se las pela; aunque bajando trialeras sea catastrófico).




















Ya vacías las jarras, se rompió la tradición de proponer retos imposibles (que si hasta León haciendo autostop, que si a Alemania a la pata coja...), y Ezequiel tomó todo el protagonismo emulando a supermán sin capa y sin superpoderes. Otrosí, a falta de otras prendas, lució un espectacular superpaquete que cágate pedrín. Obligado recordar la mirada entre atónita y obnubilada de Caballo loco.


Mariposón

¿Habrá descubierto a estas alturas de su vida la homosexualidad que el resto de la pandilla hace tiempo que le suponemos? Cada uno que juzgue por la foto. A parte de lo dicho, y como ya ha sido comentado por diversos foros y forillos, Adrià fracasó estrepitosamente en su intento de romper con la frente una nuez. Menudas, las nueces vascas. Ya de vuelta, desbandada general, y cada uno a su redil. Quien escribe aún tuvo tiempo de bajar el senderito del porrón y echar el pie a tierra al llegar a la zona hiper-resbaladiza de la roca del final. Tras hacer equilibrios sobre el musgo y acabar con sus posaderas en el suelo, se quedó en un talud para ver cómo se caían uno a uno los que venían por detrás. Pasmado me quedé al ver triscar de piedra en piedra como auténticas cabras a Paco, Loreta, Caballo y Karpas. Visto y no visto. Si Rodríguez de la Fuente viviera, os dedicaba un programa, fijo.

Por cierto, no quisiera cerrar esta crónica sin anotar que en la reunión gastronómica se echó de menos a Jiménez, a Jordi, a Isma y a Felipe. Esperemos que no falten a la próxima.

sábado, 4 de diciembre de 2010

El regreso del patrón.



Muchachos. Después de mes y medio de preparación científica y abnegado sacrificio, por fin llegaba el día en el que había puesto todas mis ilusiones: el día en que me tocaba asaltar el campeonato de Uropa, destronar al vigente campeón y tocar el cielo. Mi gozo en un pozo. Javier se presentó, después de un largo periodo de inactividad, con un prototipo de Orbea del todo ilegal. Sus ruedas de siete leguas (29 pulgadas) iban a poner muy duro mi asalto. A la cita acudieron también dos fenómenos que esperemos se incorporen al grupo en adelante: el Mole y Iván. Iniciamos ascensión hacia can Borrell, y en el primer repecho se desvanecían mis ilusiones. "Este hombre no puede haber pasado dos veces por el quirófano, joder", mascullábamos incrédulos entre dientes. "Son las ruedas", reía Salamero socarrón (so cabrón, decía yo para mí). La siguiente media hora, la pasó Salamero jurando y perjurando que no quería meterse en el senderito. Yo insistía en que quería enseñarles esta joya a nuestros dos invitados. "Os acompaño hasta la entrada y os recojo en la salida". Pero su alma ciclista y su deseo de volver a la normalidad pudieron más que su templanza, y tal como vio la entrada, se metió como un ratón en su madriguera.

Ya en el almuerzo, fue un placer compartir el desayuno con Javier vestido de lagarterana. Al evento faltó Josep, que tuvo que recogerse pronto a casa, y dos frailes glotones, que se zamparon su Cantábrico y su Tortilla a carrillos llenos, y tomaron las de Villadiego haciendo gala de su falta de modales y su exceso de cobardía. A ningún globero se le escapó que su precipitada huida se debió al miedo, más que a otra cosa. Vergonzoso que pusieran como excusa a sus mujeres. Por favor, brase visto.

El regreso de Javier solo yo pude verlo y fotografiarlo. Llegó a casa fundido, pero seguro que satisfecho por haber regresado a la normalidad, y ilusionado con volver muy pronto al nivel que le corresponde.



Por lo que a mí se refiere, esperaré pacientemente el asalto a la corona en una mejor ocasión.